Montechochori, desaprendiendo alalimón, trabajando sobre la dignidad de las mujeres

En junio de este año se sumó al Mercado Social de Aragón, Montechochori, una cooperativa de iniciativa social formada por Celia y Ana. Una catalana y una madrileña ubicadas en L'Ainsa con la creencia de que los pequeños cambios compartidos y celebrados transforman el mundo

Sep 19, 2023

Montechochori es un proyecto de desaprendizaje «porque tenemos un montón de opresiones internalizadas que damos como ciertas, inamovibles e incuestionables, que tienen que ver con todos los mitos del amor romántico, dictadura estética, la dificultad para visibilizarnos, el síndrome de la impostora, la autoexigencia, la procreación impuesta como fin último, el complacer, el cuidar, la empatía», nos cuentan en esta entrevista. Montechochori crea objetos cotidianos con imágenes de vulvas, «invisibilizadas en nuestra sociedad», a través de los cuales ofrecen «reconectar con nuestro poder en diferentes formatos que se adaptan a tu capacidad de provocar y revolucionar».

¿Cómo surge el proyecto Montechochori, Desaprendiendo alalimón y quién está detrás?

Montechochori comienza hace muchos años, antes de la pandemia incluso, alrededor de unas botellas de vino compartidas con amigas y muchas risas, que es donde nacen las grandes cosas del mundo. Ahí quedó todo, pero la semilla ya estaba plantada y no abandonaba la cabeza de Celia, martilleándole cada día: pin, pin, pin… Hasta que comenzamos nuestras camicharlas («cami» porque tenemos esa edad en la que hacer deporte es salir a caminar y «charla» no necesita explicación, pues porque no tenemos dinero para terapias, claro). Y en nuestras camicharlas fuimos hablando de lo humano y lo divino, y compartimos nuestra visión del feminismo y de nuestra autodefinición como feministas. Habíamos construido un concepto de feminismo que requería haber leído muchos libros especializados, estar forjadísima, no fuera que alguien te pillara en un renuncio, arrancarse el sujetador y quemarlo, ser muy valiente,  muy radical, estar muy enfadada y odiar muchísimo a los hombres. Y teniendo en cuenta que las dos estamos casadas hace 25 años con el mismo hombre y tenemos hijos chicos cisgénero, en principio, a los que lejos de odiar, adoramos infinito, estaba difícil declararse feminista. Y hace un tiempo, fue como darnos un golpe en la cabeza y darnos cuenta de que hay muchos feminismos, y este es el nuestro: un feminismo alegre, cotidiano y desde el humor. Quizá no tan valiente, ni tan radical, ni tan ilustrado, pero igual de real.

Sabemos que no hemos inventado nada y le damos las gracias a todas las mujeres que han ido delante quemando sujetadores y siendo valientes y radicales, o no. Tenemos claro que esto lo hemos descubierto porque nos hemos rodeado de mujeres estupendas en proyectos chulos, por eso es alalimón, porque sentimos que estar con otras mujeres nos transforma y nos hace sentir capaces, que tiene sentido estando juntas. La sociedad nos transmite todo el rato lo contrario: el aislamiento, la  soledad, la individualidad, el no puedes, y queríamos darle la vuelta. Trabajar alalimón conjuntamente, sea al mismo tiempo o no, permite que a cada una le llegue su golpe en la cabeza cuando tenga que pasar, y también ese trabajo que vamos haciendo cada una en nuestro entorno repercute en un cambio común, aunque no lo hagamos ni juntas ni al mismo tiempo. Esto también conlleva ser conscientes de nuestras opresiones, pero también de nuestros privilegios y por eso desde el primer momento compartimos el 10% de  nuestras ventas con otros proyectos que trabajan con mujeres en situación de mayor opresión.

Montechochori lo formamos  dos mujeres cisgénero, adolespaúsicas y vulvaportantes (sabemos que esta frase hay que leerla dos veces, estamos en este momento). Somos Celia y Ana, catalana y madrileña, zurda y diestra, ordenada y caótica, ambas residentes en el Sobrarbe desde hace muchos años, los mismos que nos conocemos, y tras el confinamiento pandemia hemos ido afianzando nuestra relación compartiendo camicharlas y vermús hasta formalizar este matrimonio empresarial. Otro día os contamos la pedida de mano.

¿Por qué decidís emprender bajo la fórmula de cooperativa de iniciativa social?

Desde el principio nos ha parecido lo más coherente y alineado a nuestros valores. Somos un proyecto que trabaja sobre la dignidad de las mujeres y queríamos tener una fórmula societaria digna para sus trabajadoras. Nos costó abandonar las fórmulas del capitalismo salvaje que tenemos incrustadas en la cabeza, pero buscando maneras, Pilar Monzón de REAS Aragón nos dijo que existía la posibilidad de crear una cooperativa pequeña, que se llama así “pequeña” ¡Nos encanta! Y con Carlos Clarimón de Nabata como asesor, que nos orientó con los estatutos dentro del programa EREA, fue como sentir que todo encajaba justo en su lugar.

Por nuestro objeto social tenemos la calificación de cooperativa de iniciativa social, y nuestro nombre completo con sus apellidos es: Montechochori, Sociedad Cooperativa Pequeña de Iniciativa Social. Nos gusta esta fórmula porque, además de alinearse con nuestros valores, también establece una relación horizontal entre las socias, en la que se pone al mismo nivel el que aportes dinero o que aportes conocimientos o trabajo.

Además las cooperativas históricamente surgen en un momento de máxima precariedad laboral como una forma de retar al empresario y de que los trabajadores puedan apoyarse entre ellos, siendo en su origen revolucionarias y una forma de atentar al poder establecido, y nosotras nos queremos impregnar de esta revolución y queremos retar lo establecido a través de desmontar el tabú de la vulva.

¿Qué actividades y productos podemos encontrar en Montechochori?

Creamos objetos cotidianos con imágenes de vulvas a través de los cuales ofrecemos reconectar con nuestro poder en diferentes formatos que se adaptan, además, a tu capacidad de provocar y revolucionar. Si quieres una revolución íntima tenemos un neceser con una vulva dentada para guardar tus cosas, o una taza con los nombres que la vulva recibe en diferentes lugares para desayunar que no sale de casa. Y si tienes más ganas de provocar te puedes llevar la taza al trabajo, ponerte una camiseta Chumi Print o coger la tote de Generando Vínculos entre tu vulva y tu cerebro y salir a pasear.

¿Y por qué creamos todos estos objetos cotidianos con imágenes de vulvas? Pues porque esperamos que las cosas vayan cambiando, pero de momento lo que ocurre es que tú naces con una vulva entre las piernas, eres una mujer con todo lo que conlleva y te cae un paquetón de mierda envuelto con un lacito rosa y ¡alaaa, al mundo! Nuestra genitalidad nos define y nos condiciona, nosotras queremos que además sea nuestro trampolín de cambio y que nos libere. Darle un poco de fuerza y respaldo a ese sentir más visceral que, generalmente, autocensuramos y que merece un espacio porque es un gran motor.

Cuando decimos “cambio” no nos referimos a que cada una haga un cambio épico que nos influya a todas, sino que cada una en su entorno vaya haciendo pequeños cambios, y todas juntas alalimón sumando esos cambios transformemos el mundo desde lo cotidiano y lo accesible. Crear un lugar común, real, posible y accesible. Como todo esto es muy bonito pero muy difícil y sabemos que cuesta un montón, porque aunque nos propongamos cambios a la hora de la verdad volvemos a palmar una y otra vez, hemos creado estos productos cotidianos, una camiseta o una taza, así cuando nos tomamos el café y leemos los nombres de la vulva podemos decir: “¡Coño¡ Hoy va a ser ese día en el que voy a hacer lo que me salga del coño un poquito”. O tener una camiseta que te la pongas y digas: “Hoy me siento con ganas de llevar la camiseta más vulvástica y voy a ver qué conversación género con mi jefe o con mis amigas”.

De esta manera, con nuestros productos, generamos primero un beneficio personal, ese “sentirnos capaces y provocar un cambio interno”, y por otro un beneficio colateral, que es la conversación que se genera a tu alrededor cuando los usas. Con esta idea sacamos nuestra primera colección de camisetas, totes, tazas, monederos y neceseres con tres modelos: Chumi Print, una versión vulvar del estampado animal print; En nombre de la vulva, una taza con diferentes maneras de decir vulva; y Generando Vínculos, un diseño de conexión entre nuestra vulva y nuestro cerebro. Con el inicio del nuevo curso sacamos nueva colección: Tu mundo lo defines tú. Nos encanta encontrar las palabras que expresan exactamente lo que queremos decir, y cuando no las encontramos las inventamos. Así que empezamos el curso con vocabulario nuevo como: vulvástica, higosofía, higología o divulvación. Entra en nuestra web para saber cuál es exactamente su significado.

Y en cuanto a actividades hacemos dos talleres. Taller “Dibuja tu vulva”, para grupos de amigas que nos propongan un bar o un café donde les guste al alimonarse para juntas dibujar vulvas y tomar una caña. Nosotras vamos con la propuesta y nuestra máquina de chapas, porque todos los dibujos se lucen luego en la solapa. Y Taller “No soy vulgar, soy vulvar y quiero volar”, una propuesta de crear tu tote bag personalizada con elementos textiles. El primer taller es gratuito, si no vivís lejísimos, que la gasolina está por las nubes. El segundo es muy económico, pero no gratis, que tenemos que sufragar gastos y tenemos que pedir, qué más triste es robar…

Uno de vuestros proyectos de futuro es la edición del libro colaborativo “Dibuja tu vulva”, con el que queréis dar a luz a una nueva relación basada en el amor entre nuestra vulva y nosotras. ¿Por qué surge esta iniciativa y cómo se puede participar en ella?

En nuestra sociedad la vulva está invisibilizada, no tiene un lugar ni una identidad y tampoco una imagen social que la represente, en lo cotidiano no hay imágenes de nuestra vulva, ni forma parte de nuestro día a día. Tampoco tenemos costumbre de mirarla habitualmente, ni tenemos muy claro cómo es, incluso la llamamos vagina como si todo fuera lo mismo, siendo todo muy confuso. Al dibujarla queremos sacarla de la oscuridad, eliminar el tabú y acogerla con amorcito para que pueda florecer en lo que quiera ser.

Además proponemos el dibujo como un lenguaje comunicativo, no como un lenguaje artístico: no se trata de hacer obras de arte o mostrar un dominio de la técnica, se trata de sumar representación a otras muchas para componer una imagen global entre todas, una construcción común. Construir referentes visuales distintos. Queremos recoger esos dibujos e invitar a acompañarlos de textos, garantizamos el anonimato si así se desea y firmamos un acuerdo de uso de los mismos sólo en relación a este libro que esperamos editar a finales de 2024 con mucho mimo y cariño.

Para complementar el libro, tenemos un montón de colaboraciones en mente y en marcha para incorporar artículos de expertas sobre violencia obstétrica, menopausia y climaterio, sexualidad y placer, mutilación genital, etc. Y a todas las mujeres que participen en agradecimiento les haremos llegar una copia digital del libro y una chapa con su dibujo en miniatura para que lo luzcan en la solapa si les apetece. Os dejamos el enlace y os animamos a participar: montechochori.org/dibuja-tu-vulva.

Decís que en Montechochori desaprobar es lo más complicado, porque si aprender es complejo en algunos casos, desaprender lo es mucho más. Contadnos en qué consiste vuestra formación para este nuevo curso para conseguir un buen desaprendizaje.

Montechochori es un proyecto de desaprendizaje porque tenemos un montón de opresiones internalizadas que damos como ciertas, inamovibles e incuestionables, que tienen que ver con todos los mitos del amor romántico, dictadura estética, la dificultad para visibilizarnos, el síndrome de la impostora, la autoexigencia, la procreación impuesta como fin último, el complacer, el cuidar, la empatía… Todo el pack del que hablábamos antes, que viene con el lacito rosa.

Todo esto es tan difícil de cambiar porque lo que damos como cierto y válido, es nuestro sistema de creencias. Aprender por tanto es fácil, porque todo tu entorno te devuelve con coherencia que las cosas funcionan así, según la norma. Pero desaprender es difícil porque nadamos a contracorriente y es oponerte a todo lo que tienes alrededor que te dice que no lo estás haciendo bien, o tu misma te autosaboteas. Desaprender es poder quitarnos todo este pack para ser libres de decidir lo queremos y lo que no.

Con el humor nos permitimos tomar conciencia de todo esto desde un lugar más amable con nosotras mismas, y reírnos de nosotras mismas nos permite afrontar los hechos y moverlos. La matrícula de la escuela de desaprendizaje Montechochori está abierta. Lo único que tienes que hacer es seguirnos en redes, aunque para un desaprendizaje más avanzado te recomendamos suscribirte a muestra lista para que te enviemos todo el temario y puedas compartir unas risas con nosotras.

Os sumáis al Mercado Social de Aragón el pasado mes de junio. ¿En un proyecto como el vuestro, cuánto de importante es enredarse con otras entidades que comparten los mismos valores?

Para nosotras es imprescindible crear vínculos como proyecto y como personas, pero creemos que lo es en general, que ya es hora de desmontar el “mejor solas” que no nos lleva a ningún lugar bueno, solo a la incapacidad y el aislamiento. Juntas para contradecir el aislamiento, colaborar para que el cambio sea posible, retar la emoción de pequeñitas nada se puede, gastar con las personas que comparten ideales, apoyarse y crecer, crear y enriquecernos, crear sinergias.

Son muchos los proyectos productivos y económicos en el medio rural aragonés que responden a grandes rasgos a los principios de la economía social y solidaria (ESS) sin ser conscientes de ello o sin haberse unido todavía al Mercado Social de Aragón. ¿Cómo podemos establecer lazos con ellas?

Nosotras creemos que hay que hacer como culturilla de lo social, que la gente no piense que somos cuatro colgadas, que piensen que somos seis por lo menos, jajaja. Y además desvincular el término social de lo que parece que es beneficencia o algo así, y ver que es una manera distinta de hacer economía, poniendo en el centro a las personas en lugar de poner en el centro el dinero.

Claro que a nosotras nos encantaría prescindir de todo el sistema económico y de las transacciones monetarias, y cobrar en corderos y miel y que nos lo mandes con tu primo el del pueblo, pero como esto ahora mismo no nos permite la supervivencia… Pues tenemos que imaginar alternativas y buscar nuevas ideas entre lo social y el dinero, más allá de la idea del dinero corrompe o el dinero es Dios.

Y para terminar, ¿Cómo podemos alimonarnos más con vosotras?

Pues compartiendo con nosotras a través de nuestra web montechochori.org. Siguiéndonos en Instagram. Y participando de nuestras locuras, en el proyecto dibuja tu vulva, proponiéndonos talleres y colectivos a apoyar y, por supuesto, comprando nuestros productos, que al final es nuestra fuente de financiación. Y tenemos otros planes locos en mente que ya os iremos contando, y en todos contamos con vosotras. Muchísimas gracias por darnos esta oportunidad de contar, y por resistir, que no siempre es fácil.